martes, 3 de septiembre de 2013

Los ojos rojos y amarillos.

Salía del trabajo, otro día como los demás, la rutina de siempre. Subí a mi auto y encendí la calefacción, cuando intente arrancar el auto, sucedió algo extraño, no escuche ningún ruido pero nada de nada. En fin, lo primero que pensé fue que se había descargado la batería, así que intente ver si había alguien afuera que me ayudara. Como no podía ver nada desde dentro del auto, me baje de este para echar un vistazo alrededor.
Estaba tan oscuro que se me hacia casi imposible ver, al parecer no había nadie debido a que no escuchaba respuesta a mis pedidos de ayuda, el estacionamiento estaba desierto, saque mi celular y llame a la grúa pero no podía comunicarme, no tenia señal. A cada rato hacia mas frió era casi insoportable, así que pensé en entrar al auto, pero la puerta estaba trabada. Era casi como si el mundo estuviera en mi contra, como si alguien o algo lo estuviera haciendo, con quien sabe que propósitos.

Empecé a escuchar algunos ruidos que provenían de los arbustos y árboles del estacionamiento. No se porque, pero salí corriendo del estacionamiento, pienso que se pudo deber a que estaba intimidado por tanta oscuridad, en fin, llegue corriendo hasta mi casa, abrí la puerta de un golpe y corrí hasta el teléfono, tenia el presentimiento de que algo me seguía. Cuando estaba a unos pocos metros del teléfono, mis sospechas se confirmaron, una criatura envuelta entre sombras salto frente a mi, tenia unos ojos rojos, un iris amarillo brillante y las pupilas muy dilatadas. Me quede completamente paralizado, pero entonces una zarpa salio de entre las sombras y me arrojo con una fuerza impresionante varios metros atrás. Cuando estaba por perder la conciencia debido al sangrado de mi brazo causado por la criatura, pude ver como esta se marchaba inconforme con lo que había hecho. Nunca olvidare ese día y tampoco olvidare esos ojos rojos y amarillos. 

FIN...

viernes, 7 de junio de 2013

El árbol de los caídos.

En lo más profundo de un bosque existía un culto secreto que realizaba sacrificios humanos con fines desconocidos, cerca de la zona había un pequeño pueblo que vivía constantemente con el miedo a este culto y a ser su próximo sacrificio. Nadie sabia porque o que hacían pero los rumores era algo muy presente en este pueblo y a partir de estos surgían distintas historias y leyendas que vinculaban al culto con el diablo y otros demonios mas.
El humilde pueblito contaba con menos de 200 habitantes así que todo el mundo sabia las cosas que se decían de este culto, hablaban constantemente de que este “culto maldito” existía desde hace mas de 300 años y que su fundador formaba aun parte de ellos, según las historias esto se debía a que ellos hicieron un pacto con el mismísimo demonio en persona mediante el cual por cada persona que sacrificaran y enviaran al infierno el demonio aumentaría su tiempo de vida en un numero no especificado pero todo el pueblo acertaba en que era bastante considerable, también se decía que entre mas joven sea el sacrificado mayor será la cantidad de años que les den.
Así el pueblo vivía aterrado con la sombra del culto maldito sobre ellos y siempre con la idea de ser el próximo sacrificio, parecía irónico pero al final era cierto que los mas jóvenes estaban mas cerca de la muerte que las personas de mas avanzada edad. Cansados del temor de salir de sus propias casas, se juntaron entre todos y marcharon a la caza del culto, fueron encontrándolos uno por uno y empezaron a llevarlos al enorme árbol donde estos realizaban sus sacrificios.
Una vez que se aseguraron de haber reunido a todos y cada uno de ellos, tomaron cientos de metros de cuerda y empezaron a hacer nudos. Al cabo de finalizar la tarea, en esa oscura noche de otoño, mientras eran iluminados por las llameantes antorchas, se colgaron a los 50 miembros encontrados y al paso que iban muriendo las hojas del árbol ensangrentado caían.
Por ultimo colgaron a el líder y fundador del culto, quien maldijo al pueblo desde lo mas profundo de su ser y hecho una maldición sobre el pueblo “ustedes acaban de asegurar su propia muerte, de ahora en adelante una vez por año caerá un colgado de este ensangrentado árbol, que ha sido testigo de nuestros inicios y nuestro trágico final. Cuando el colgado caiga al compás de las hojas del otoño lo harán todos aquellos que pertenezcan a la familia de ese caído, cada uno de sus padres, hijos, nietos, tíos, primos, todos caerán los que compartan la sangre de ese caído verán su muerte en el momento que el colgado toque suelo y pase a ser un caído”. Mientras difícilmente terminaba de decir esto a causa de la robusta soga en su cuello, él alcanzaba el sueño eterno.
Ninguna persona en el pueblo tomo en serio la amenaza del colgado y decidieron dejar los cuerpos de los colgados, que estaban vestidos con sus tradicionales capas negras, en el ensangrentado árbol como recordatorio para cualquiera que se sintiese tentado por las ideas del culto o en caso de que hubiera faltado algún miembro.
El tiempo paso y en el primer aniversario del gran exterminio del culto se pudo ver como caía la primera hoja del otoño y a su mismo paso el primer colgado se convirtió en el primer caído. Todas las personas del lugar se acercaron a verlo, el cuerpo estaba en perfectas condiciones como si el tiempo no hubiera pasado, lo identificaron con el apellido de Peñalba gracias a que lo tenía tatuado con sangre en su brazo. Todo el pueblo asustado se dirigió hacia la casa de los Peñalba, solo para darse cuenta de que ya era tarde, la casa ardía en llamas, ninguno de ellos sobrevivió.
Un nuevo año paso y otro colgado se convirtió en un nuevo caído, su apellido era Rosal, cuando su familia estaba buscando leña para el invierno unas rocas se desprendieron de un monte cercano y causo una avalancha de rocas que los enterraron vivos.
Cansados de la maldición empezaron a dejar caer a los colgados pero esto solo causo que las muertes se aceleraran, intentaron algunas familias dejando el pueblo pero no funciono. Estaban condenados no había forma de escapar, su muerte era inminente así que finalmente se dieron por vencidos y decidieron esperar su fin y tratar de disfrutar lo que les quedase de tiempo.
Luego de 49 caídos el número de habitantes del pueblo era menor al del inicio de la maldición a pesar de que este había crecido considerablemente en los últimos 45 años. Finalmente el 21 de marzo todos los habitantes del pueblo se reunieron alrededor del ya muy famoso árbol sangriento esperando al último caído y a sus últimas victimas.
Pasaron los minutos y las horas, nada pasaba y la gente no sabia que esperar, hasta que un fuerte viento sacudió las ramas del viejo árbol pero ninguna hoja cayo y el colgado permaneció en su lugar.
La gente del pueblo no entendía que estaba pasando, acaso la maldición había terminado. Una persona se abrió paso entre la multitud, una vez que lo vieron todos se empezaron a alejar de el ya que traía puesto consigo las capas del culto madito.
Se paro debajo del ultimo colgado y con una mirada desafiante en sus ojos les dijo a los habitantes del pueblo “este colgado nunca se convertirá en un caído, esto se debe a que ya todas las familias antiguas del pueblo han muerto y la toda la familia de este colgado que era ya muy vieja murió antes de que la maldición entrara en acción, sin embargo lo que los nuevos miembros del culto esperamos es que hallan aprendido algo de esto y algo como la matanza de mi gente no se vuelva a repetir o la maldición ira tras ustedes”.
La gente furiosa comenzó a reclamar que su gente sacrificaba personas del pueblo a lo que el hombre contesto “esto no es mas que una antigua practica que ya no se realiza y las únicas personas que eran sacrificados eran con su total consentimiento y de ahora en adelante este colgado permanecerá aquí como recordatorio del error de este pueblo y ruego porque este no tenga que convertirse en un nuevo caído”.


Fin.

sábado, 11 de mayo de 2013

La locura del escritor


Héctor Galván estaba sentado en su silla favorita, de frente al escritorio iluminado por la lámpara de aceite.
Mientras acababa de escribir lo que se convertiría en su novela de mayor éxito, el barco en el que viajaba hacia Buenos Aires se movía lentamente.
Cuando ya parecía acabar la tarea un sin fin de ideas y diálogos invadían su mente obligándolo a continuar con la escritura. El cielo comenzaba a nublarse y el agua se agitaba cada vez más fuerte, finalmente acabo por lanzarse una tormenta de mil demonios.
El mar embravecido azotaba fuertemente el casco y la cubierta del barco, sin embargo el escritor se encontraba inmóvil sobre su silla como una estatua, el único movimiento que era posible ver era el de su mano escribiendo sobre el papel y posteriormente como mojaba la pluma en la tinta derramada sobre el escritorio de roble.
La tormenta parecía no tener final y los movimientos  del barco no podía
Controlarse ni soportarse aun por el marino mas bravo, pero sin importar que pasara a su alrededor Héctor Galván  continuaba con su escritura, se veía exhausto y tenia las manos manchadas con tinta.
La puerta del cuarto de Héctor fue derribada por el mismísimo capitán y le gritaba que debían abandonar el barco, ya que este no aguantaría la tormenta.
A Héctor no se le movió ni un pelo, solo siguió escribiendo. El capitán eufórico le advirtió que su vida estaba en juego, Héctor no se molesto en contestarle al desesperado capitán simplemente siguió escribiendo.
La habitación se encontraba llena de agua, el capitán no tuvo mas remedio que abandonar a Héctor a su suerte, así el barco comenzó a hundirse mientras el capitán era la ultima persona en salir.
A la mañana siguiente encontraron los restos en el puerto de Buenos Aires, el capitán del ahora barco hundido arrastro un cofre lleno de algas que se encontraba cerca del lugar. Lentamente, retiro las algas y pudo ver como el cofre se encontraba lleno de marcas de tinta de manos.
Al abrir el cofre encontró dentro la lámpara, una pluma y 555 hojas que componían la novela de Héctor. La novela llamada “El padecimiento de mi mente”, contaba como Héctor sufría de una enfermedad desconocida que lo paralizaba y lo dejaba sin poder hablar, y lo único que podía hacer era escribir con su brazo derecho que era el único que no se encontraba bajo los efectos de su enfermedad.          

Fin.