En lo más
profundo de un bosque existía un culto secreto que realizaba sacrificios
humanos con fines desconocidos, cerca de la zona había un pequeño pueblo que vivía
constantemente con el miedo a este culto y a ser su próximo sacrificio. Nadie sabia
porque o que hacían pero los rumores era algo muy presente en este pueblo y a
partir de estos surgían distintas historias y leyendas que vinculaban al culto
con el diablo y otros demonios mas.
El humilde
pueblito contaba con menos de 200 habitantes así que todo el mundo sabia las
cosas que se decían de este culto, hablaban constantemente de que este “culto
maldito” existía desde hace mas de 300 años y que su fundador formaba aun parte
de ellos, según las historias esto se debía a que ellos hicieron un pacto con
el mismísimo demonio en persona mediante el cual por cada persona que
sacrificaran y enviaran al infierno el demonio aumentaría su tiempo de vida en
un numero no especificado pero todo el pueblo acertaba en que era bastante
considerable, también se decía que entre mas joven sea el sacrificado mayor será
la cantidad de años que les den.
Así el pueblo
vivía aterrado con la sombra del culto maldito sobre ellos y siempre con la
idea de ser el próximo sacrificio, parecía irónico pero al final era cierto que
los mas jóvenes estaban mas cerca de la muerte que las personas de mas avanzada
edad. Cansados del temor de salir de sus propias casas, se juntaron entre todos
y marcharon a la caza del culto, fueron encontrándolos uno por uno y empezaron
a llevarlos al enorme árbol donde estos realizaban sus sacrificios.
Una vez que
se aseguraron de haber reunido a todos y cada uno de ellos, tomaron cientos de
metros de cuerda y empezaron a hacer nudos. Al cabo de finalizar la tarea, en
esa oscura noche de otoño, mientras eran iluminados por las llameantes
antorchas, se colgaron a los 50 miembros encontrados y al paso que iban
muriendo las hojas del árbol ensangrentado caían.
Por ultimo
colgaron a el líder y fundador del culto, quien maldijo al pueblo desde lo mas
profundo de su ser y hecho una maldición sobre el pueblo “ustedes acaban de
asegurar su propia muerte, de ahora en adelante una vez por año caerá un
colgado de este ensangrentado árbol, que ha sido testigo de nuestros inicios y
nuestro trágico final. Cuando el colgado caiga al compás de las hojas del otoño
lo harán todos aquellos que pertenezcan a la familia de ese caído, cada uno de
sus padres, hijos, nietos, tíos, primos, todos caerán los que compartan la
sangre de ese caído verán su muerte en el momento que el colgado toque suelo y
pase a ser un caído”. Mientras difícilmente terminaba de decir esto a causa de
la robusta soga en su cuello, él alcanzaba el sueño eterno.
Ninguna
persona en el pueblo tomo en serio la amenaza del colgado y decidieron dejar
los cuerpos de los colgados, que estaban vestidos con sus tradicionales capas
negras, en el ensangrentado árbol como recordatorio para cualquiera que se
sintiese tentado por las ideas del culto o en caso de que hubiera faltado algún
miembro.
El tiempo
paso y en el primer aniversario del gran exterminio del culto se pudo ver como caía
la primera hoja del otoño y a su mismo paso el primer colgado se convirtió en
el primer caído. Todas las personas del lugar se acercaron a verlo, el cuerpo
estaba en perfectas condiciones como si el tiempo no hubiera pasado, lo
identificaron con el apellido de Peñalba gracias a que lo tenía tatuado con
sangre en su brazo. Todo el pueblo asustado se dirigió hacia la casa de los
Peñalba, solo para darse cuenta de que ya era tarde, la casa ardía en llamas,
ninguno de ellos sobrevivió.
Un nuevo año
paso y otro colgado se convirtió en un nuevo caído, su apellido era Rosal,
cuando su familia estaba buscando leña para el invierno unas rocas se
desprendieron de un monte cercano y causo una avalancha de rocas que los
enterraron vivos.
Cansados de
la maldición empezaron a dejar caer a los colgados pero esto solo causo que las
muertes se aceleraran, intentaron algunas familias dejando el pueblo pero no
funciono. Estaban condenados no había forma de escapar, su muerte era inminente
así que finalmente se dieron por vencidos y decidieron esperar su fin y tratar
de disfrutar lo que les quedase de tiempo.
Luego de 49 caídos
el número de habitantes del pueblo era menor al del inicio de la maldición a
pesar de que este había crecido considerablemente en los últimos 45 años.
Finalmente el 21 de marzo todos los habitantes del pueblo se reunieron
alrededor del ya muy famoso árbol sangriento esperando al último caído y a sus últimas
victimas.
Pasaron los
minutos y las horas, nada pasaba y la gente no sabia que esperar, hasta que un
fuerte viento sacudió las ramas del viejo árbol pero ninguna hoja cayo y el
colgado permaneció en su lugar.
La gente del
pueblo no entendía que estaba pasando, acaso la maldición había terminado. Una
persona se abrió paso entre la multitud, una vez que lo vieron todos se
empezaron a alejar de el ya que traía puesto consigo las capas del culto
madito.
Se paro
debajo del ultimo colgado y con una mirada desafiante en sus ojos les dijo a
los habitantes del pueblo “este colgado nunca se convertirá en un caído, esto
se debe a que ya todas las familias antiguas del pueblo han muerto y la toda la
familia de este colgado que era ya muy vieja murió antes de que la maldición
entrara en acción, sin embargo lo que los nuevos miembros del culto esperamos
es que hallan aprendido algo de esto y algo como la matanza de mi gente no se
vuelva a repetir o la maldición ira tras ustedes”.
La gente
furiosa comenzó a reclamar que su gente sacrificaba personas del pueblo a lo
que el hombre contesto “esto no es mas que una antigua practica que ya no se
realiza y las únicas personas que eran sacrificados eran con su total
consentimiento y de ahora en adelante este colgado permanecerá aquí como recordatorio
del error de este pueblo y ruego porque este no tenga que convertirse en un
nuevo caído”.
Fin.